No te preparan para el amor, como no te preparan para la
vida.
Naces y ves todo nuevo, todo luminoso, todo mas bullicioso y
a la vez ensordecedor y entonces extrañas la oscuridad, el silencio, la paz y la protección materna, el calor de su cuerpo y la quietud que solo te pertenecía
a ti y a nadie mas que a ti.
Cuando te enamoras, la cuestión no es muy distinta a la de
sentir el primer golpe de vida al momento de nace: también es todo ajeno a tu
realidad y por alguna razón sales y entras de dos nuevos campos de protección
con la única diferencia de que el segundo es tan acogedor como dañino y tan
saludable como enfermizo, pero no quieres salir. Extrañas a tu amante como
extrañabas el calor materno, y el sentido de pertenencia de algo que no es tuyo
se vuelve asesino..Te hace falta su ruidosa mente aunque tu corazón pida calma y sin su presencia vuelves a la oscuridad de tu refugio pero te agobia, no
quieres estar sola.
Y entonces descubres que no te preparan para el amor,
como no te preparan para la muerte.
Mueres & aunque las circunstancias varían mucho, ves tu
vida pasar en los últimos segundos , ves lo vivido & lo que queda por
vivir. Agradeces y te arrepientes. Buscas perdón en un Dios en el que no decidiste creer hasta que su enemigo te
arrulla en su lecho arrebatándote las ultimas esperanzas de mantenerte firme en
el mundo de los vivos y sabes que aunque no quieras, aunque los segundos parezcan
horas, aunque el aire se agote y lo atrapes con suspiros fatales y aunque
tus ultimas energías quieran luchar, es el fin. Es el fin y no puedes hacer
nada al respecto.
Cuando te enamoras, la cuestión no es muy distinta a la de
sentir el último golpe de vida al momento de morir. Las circunstancias varían y te cuesta acostumbrarte al cambio. El amor es tan fugaz como los últimos segundos: recuerdas lo cumplido y las promesas que se desvanecen. Das las gracias por
haber sentido y te arrepientes de no haber podido sentir mas. Buscas
consuelo en un Dios en el que no decidiste creer hasta que su enemigo te
arrulla en su lecho arrebatándote las ultimas esperanzas de mantenerte firme en
el mundo de los enamorados y sabes que aunque no quieras, aunque las horas parezcan
segundos, aunque se te corte la respiración y suspires con dificultad las
ultimas letanías de tu romance y aunque tus últimos deseos quieran luchar,
es el fin. Es el fin y no puedes hacer nada al respecto.
Y entonces descubres que amar es algo tan relativo como
la vida y la muerte. Con la alegría y el dolor de ambas. Con la fe y desesperanza que te regalan y con lo subjetivo de su existencia.
Y notas que todo es un proceso vital: que la vida necesita de la muerte y viceversa. Y que no valdría la pena vivir mil años, ni morir en un segundo sin haber amado al menos una vez.
Y notas que todo es un proceso vital: que la vida necesita de la muerte y viceversa. Y que no valdría la pena vivir mil años, ni morir en un segundo sin haber amado al menos una vez.