Hemos recorrido un largo
camino ya. Desde el primer saludo sin respuesta, hasta la última despedida sin
pregunta.
Una noche de 22 de
Enero llena de vacíos y canciones de Tiersen, así fue en ese entonces, así es
ahora.
Pienso en los
muchos besos que te di, en los que me robaste, en los que no podre darte nunca. En tu mirada llena de temores la primera vez que nos vimos, en mi mirada llena
de temores ahora que no se si volveré a verte. En las largas noches de pensar
que si no soltaba el miedo no iba a poder tomar tu mano, en el miedo que
es ahora el que no me suelta a mi.
Quien iba a pensar que
existen historias así, tan efímeras y perfectas, tan de escribirse en un par de
días y perdurar por cientos de eternidades.
Como poder explicar la manera en que supimos
parar el tiempo con una sola mirada, milésimas de segundo que se quedaron
flotando en el espacio un 14 de febrero.
Tantas horas siendo un solo
cuerpo, un solo corazón que late sincronizadamente: 23 latidos por segundo,
miles de segundos, miles de minutos, miles de momentos. Visitas a las 7 de la
mañana, besos de buenas noches a las 8 pm, no poder dormir sin tomar tu mano,
no poder despertar sin abrir los ojos y encontrarte.
Es irónico como parece desvanecerse
lo único que le da sentido a las cosas, lo único que impulsa a la luna a dar
acogida para que respire el sol. Como aprendimos a compartir el alma a 4574 km, a lograr que los relojes del mundo
diesen siempre la medianoche a la misma hora para poder empezar juntos el nuevo
día sin que importe nada.
Parece
imposible pensar que se pueda vivir sin tus palabras, sin los poemas que se
escriben en las madrugadas cuando compartimos insomnios, sin la imagen de lo más
amado tocándote desde el otro lado del mundo, compartiendo tus penas y la
almohada, sin los “te amo” que se fueron quedando cortos y tuvieron que
convertirse en cielo, en infinito, en universo, en galaxia, en ti, en mi, en
nosotros, en tu voz pronunciando mi nombre, en mi nombre posándose junto al
tuyo.
Porque
te cielo mi amor, te infinito, te universo, te galaxia, te todo, mi vida. Aquí, ahora, ayer, siempre, a la distancia del silencio, a la cercanía de tu
recuerdo.
Supongo
que no queda mucho ya o quizá en realidad queda todo por delante, esperar con
la esperanza fija de que algún día se cumpla todo lo prometido, de que pueda
sentir la nieve cayendo en mi rostro mientras me abrazas y las auroras boreales
rodeando nuestro cielo en una de esas muchas mañanas que nos aguardan aun. Porque
no te has ido, no creo que puedas irte nunca, no creo que exista manera de
separarse cuando 2 se vuelven uno y firman el contrato inquebrantable de volverse
a encontrar una y otra vez recorriendo el mundo, caminando en círculos, caminando por el ciclo creado a besos, a sonrisas, a ganas de serlo todo, a miradas que
te desnudan el alma y caricias que calientan el corazón.
No
quiero decirte “adiós”, no quiero ni siquiera escribir un “hasta luego” porque
es más fácil decir “hasta siempre”, hasta el próximo beso, hasta la próxima vez,
te amo, te ame, te voy a amar mientras
existas, mientras pueda inventarte.